sábado, 25 de agosto de 2007

De mudanza

Sólo decir a los nuevos navegantes que nos hemos trasladado y a partir de ahora seguimos en esta nueva dirección: http://a2velas.wordpress.com

¡Disculpad las molestias!

martes, 6 de marzo de 2007

martes, 27 de febrero de 2007

Valores

A día de hoy, parece ser que una de las enfermedades de las actuales democracias es que cada vez hay más libertades y menos valores, algo que, aunque no tuviera que ser así, parece contraponerse. “¿Por qué he de comportarme de tal modo si al fin y al cabo tengo la capacidad de escoger cual es la mejor manera de actuar para mis intereses?” Se deben preguntar muchos. Pero lo cierto es que, nos guste o no, vivimos en sociedad. A todas horas estamos rodeados de personas, tanto de familiares, como de amigos como de desconocidos. Y nuestras decisiones, en mayor o menor medida, afectan a quienes nos rodean, por lo que nos es necesario de algún modo regular qué hacemos y cómo lo hacemos.
Y, si en algo se diferencian los valores de las leyes, es que éstas últimas se imponen, mientras que los valores se enseñan, lo cual supone una gran virtud, puesto que las imposiciones podrán ser acatadas aunque no compartidas, lo cual no siempre garantiza un pleno cumplimiento de éstas, mientras que las enseñanzas, al habérnoslas transmitido desde pequeños, siempre serán aceptadas y defendidas por uno mismo.
El problema surge cuando estos valores empiezan a desaparecer de las escuelas, donde parece ser de mayor preocupación y utilidad aprender inglés o matemáticas. Incluso la filosofía parece haber dejado de ser una escuela de pensamiento para pasar a convertirse en una asignatura más, igual de mecánica que aprenderse las tablas de multiplicar. Aunque más grave es, aún si cabe, la utilización, manipulación e imposición subliminal de los (falsos) valores, también contravalores, como negocio.
Con ello me refiero a todos los modos de comportamiento impuestos por televisiones y medios de difusión en general, donde es sabido que a la hora de seleccionar contenidos, la audiencia, si no la única, es la máxime consigna a la que se aferran, eludiendo así cualquier filtro ético y moral. Ejemplo de ello es el hecho de que en televisión cada vez existen mayor y mayores cuerpos perfectos, mientras que en la realidad cada vez hay mayor y mayores obesos -y anoréxicos-. Todo esto junto crea una distorsión de la realidad donde valores y contravalores acaban juntándose y entremezclándose en una especie de ya muy gastado carpe diem en el que se nos enseña más a disfrutar de nuestros errores que a aprender de ellos. Pero no nos engañemos, forma todo parte de la misma indústria. Ellos te enseñan a equivocarte y, para compensarte, también te enseñan cómo disfrutar tus errores.
Por todo ello, es necesario aplicar un cambio. El problema viene dado porque resulta mucho más fácil, aun sabiendo que estamos yendo en dirección contraria, dejarse llevar por la corriente que ir en contra de ella. Pero los grandes cambios, por suerte o por desgracia, jamás ha sido gracias a las mayorías. De seguir así, seguiremos perdiendo cada vez más nuestra propia conciencia y terminaremos conviertiéndonos en auténticos productos del sistema, de los cuales mucha gente, sabiéndolo o no, forma ya parte. Aceptar un problema no sirve más que para evidenciar que éste existe. Por eso, es necesario que, de una vez por todas, el pensamiento vuelva a hacer acto de presencia en las escuelas y sea fruto de divulgación para que nuestro razonamiento nos permita dejar de ser simples seres y volvamos a ser personas.

martes, 20 de febrero de 2007

Life Lessons

Life lessons. Setiembre de 2006.

Vivimos rodeados de carteles, señales y anuncios que nos bombardean diariamente con mensajes, conductas e incitaciones. Sin embargo, hay algunas advertencias que pueden ser, metafóricamente, extrapolables a nuestra propia existencia. "Watch your step", reza la fotografía de arriba. O, lo que es lo mismo: ten cuidado dónde pones los pies, pues puedes tropezar. Una útil advertencia de la que carecemos en nuestras vidas cuando debemos tomar decisiones arriesgadas.

Desinformación

Desinformación. Setiembre de 2006.

¿Es la sobreinformación una degeneración de la libertad?


sábado, 17 de febrero de 2007

La quería

- Te quiero.
Estas dos palabras, pronunciadas de forma sutil, inesperada, acababan de romper un incómodo silencio en medio de una extraña y desordenada noche.
- ¿Qué? – Dijo ella desorientada y sorprendida, clavándome una mirada que era toda ella un signo de interrogación.
- Te quiero. – Repetí.
- Creo que no eres consciente de lo que me estás diciendo – respondió ella, asustada, intentando ganar unos segundos para conseguir sobreponerse a la confusa situación.
- Puede ser, pero te quiero. – Dije con aún más elocuencia.
- Pero tú tienes mujer. – Me recriminó.
- Pero te quiero.
- Y tienes dos hijas.
- Te sigo queriendo aún más.
- ¡Nuestra relación es imposible!
- Te quiero con locura.
Indecisión.
- Yo también te quiero. –Me confesó ella al fin rendida.
- Casémonos. –le insté.

- ¿Aquí? ¿Ahora?
- Sin más. Porque te quiero.
- ¿Y los invitados? ¿Y los vestidos? ¿Y la ceremonia? ¿Y los anillos?
- Al diablo con todo. Simplemente te quiero.
La cogí de la mano y nos besamos. Nos besamos durante largo rato. Nos besamos como si fuéramos a colapsar el mundo, a detener el tiempo.
Finalmente, una leve sonrisa.
- Por dios, Toni. Por un momento creí que todo esto iba en serio.
Nos volvimos a besar.
Tras esa cita perdimos el contacto y no volví a ver jamás aquella joven muchacha de ojos dulces y sonrisa fácil.
Ella no lo sabía, y quizá hubiera debido decírselo. Pero, con el tiempo, me di cuenta de que la quería.





jueves, 15 de febrero de 2007

Quiero ser como Pollock




Sencillo programa que imita los característicos trazos de Jackson Pollock y su técnica del dripping, para sacar la vena creativa que todos llevamos dentro. Clica el botón izquierdo del mouse para cambiar aleatoriamente de color.

miércoles, 14 de febrero de 2007

¿Qué es el Arte?

Cuelgo aquí una reflexión que escribí hace ya un tiempo sobre el significado de Arte:

Todos hemos ido alguna vez a un museo, donde hemos podido contemplar obras extraordinariamente distintas, tanto en estilo como en época. Pero, realmente, ¿alguna vez nos hemos detenido a pensar qué es y para qué sirve verdaderamente el arte? A mi juicio, creo que esta palabra es de los términos más abstractos que posiblemente puedan existir y, al mismo tiempo, creo que es también demasiado complejo como para aceptar ceñirnos al estricto significado de un diccionario.
Bajo mi punto de vista, el arte es, en primer término, una manifestación representativa de la creatividad. A su vez, éste es, y debería ser creado, ya no para un presente o para una contemplación de generaciones próximas, sino para transmitir nuestro legado in eternum.
Es complicado llegar a concluir qué finalidad o sentido (si es que los hay) tiene la vida en sí misma. Pero si hay algo cierto, es que, dada nuestra composición, nos es imposible llegar a vivir más de un número indeterminado de años, resignadamente suficiente para la mayoría, pero ínfimamente ridículo para la vasta longevidad de la historia misma de la humanidad. Y no deja de ser menos cierto que la pretensión humana siempre ha deseado alcanzar, de forma utópica, y hasta simbólica, una existencia que se extiende más allá de las leyes de la Naturaleza. Por lo cual, no sería descabellado decir que, dado que nuestra presencia en el mundo está vinculado a un ciclo vital de creación y destrucción, debemos encontrar otro método lo suficientemente consistente y capaz que nos alcance a dar una representación y una memoria cuando nosotros dejemos de existir; y que nuestro deber en la vida no dejaría de consistir en cumplir dos funciones básicas, una a corto plazo, y otra a largo plazo.
La primera de ellas, la función a corto plazo, consistiría a contribuir al desarrollo y propagación de la propia especie humana (pues no se conoce de ningún animal, ni siquiera planta o vegetal que no tenga como principio evitar su propia extinción), ya sea mediante el trabajo, la reproducción, etc. Esta función es compartida con el resto de seres vivientes de nuestro planeta, pudiéndola considerar entonces como una función social (puesto que desempeña un bien común) y primaria.
La segunda función, sin embargo, correspondería exclusivamente a la humanidad, gracias al alto grado de sofisticación y complejidad que ha alcanzado. Gracias al desarrollismo de los humanos, éstos hemos podido ser los primeros en crear inquietudes intelectuales y abstractas (“¿Existe Dios?” “Hay vida después de la muerte?” por poner algún ejemplo) y, por defecto, darnos cuenta de que la muerte existe, y que, además, asusta. Y es a través de estas abstracciones de donde surge nuestra segunda función: una función individual (está encaminada a prolongar, después de muertos, nuestra presencia como meros individuos, sin tener en cuenta el resto de la sociedad) y secundaria (puesto que es imposible desatender nuestras funciones primarias que ya llevamos genéticamente preestablecidas para dedicarnos exclusivamente a ésta última función). Sin embargo, y, aunque todos los humanos tengamos la suficiente capacidad para desarrollar esta función secundaria, no deja de ser una función elitista y oligárquica (ya que sólo unos pocos consiguen mantener, después de siglos, el recuerdo de su existencia a lo largo de la historia).
Así pues, deberíamos preguntarnos: ¿Cómo alcanzar, entonces, dicho propósito?
Éste, pero, debe ir más allá y ser, no sólo un canal donde plasmar ideas y deseos, (puesto que no dejaría entonces, por más bello que fuera, de ser algo inútil e inconexo), sino que debe buscársele una utilidad, a la vez bella y reflexiva.
Así pues, el arte debe cumplir dos funciones básicas e indivisibles: dado que éste, es y debe ser creado, ya no para un presente o para una contemplación de generaciones próximas, sino para la eternidad misma.
No nos interesa el aspecto físico de las personas. Todos podemos sentir cierta admiración hacia, por ejemplo, el escritor Jules Verne o el astronauta Neil Armstrong, sin tener siquiera presente, en muchos casos, su propia apariencia física, ya que lo que cuenta es lo que cada uno de ellos nos transmite (imaginación, pericia, valor, sabiduría, etc). Es incongruente decir, por ejemplo, que alguien es mejor o peor músico porque es más atractivo o menos. Extrapolándolo al arte y, tomando como ejemplo básico el cuadro de La familia de Carlos IV de Goya, lo importante no es tanto ni la técnica ni la composición de la obra, sino lo que la pintura nos transmite de ésta (en este caso, la ineptitud del soberano).
Partiendo de esta base, quedaría entonces justificado el arte abstracto, donde el observador no necesita jugar a las muñecas rusas intentando descubrir qué se esconde bajo la apariencia de unos personajes o de una cierta atmósfera, ya que los autores nos han ahorrado este paso previo, destapando ellos mismos todo obstáculo que pudiese distraer nuestra atención hacia la idea principal que éste quiere transmitir, ofreciéndonos así, exclusivamente el resultado (lo que me lleva a creer que un arte donde solamente se hiciera evidente el mensaje en estado “puro” no podría adoptar ninguna otra configuración que no fuera la del abstraccionismo, ya que las ideas no tienen ninguna forma ni color concretos, pese a que, de una manera únicamente simbólica, se las puede intentar dotar de ellos).
La pintura (entendiendo por pintura todo lo que puede conformar un cuadro: formas, colores, tonalidades, atmósfera, relieves, perspectivas, etc.) no es, entonces, nada más que el simple hilo conductor entre la idea o reflexión que el autor desea expresar y la posterior interpretación del receptor. Por lo tanto, no tiene sentido hacer afirmaciones tales como “este cuadro es bonito” o “este cuadro es feo”, sino “este cuadro es interesante” (me transmite cosas) o “este cuadro está vacío” (de significado). Solamente estaremos capacitados para realizar juicios de valor tras haber conseguido realizar una correcta abstracción del mensaje que se nos pretende transmitir. Los elementos que conforman cada cuadro, pues, deberían usarse únicamente como un vehículo para acceder hasta la esencia propia del cuadro que desea analizar, siendo únicamente criticable el mayor o menor acierto con el que cada artista ha preparado cada uno de éstos elementos, y que será lo que permitirá una mejor o peor interpretación de esta idea sustancial.
Otro aspecto a considerar sobre el arte es el distinto (y a veces) opuesto intercambio de pareceres que ha suscitado en la crítica del público. Muchos han sido los casos en la historia de la humanidad donde artistas que ahora mismo se considera que fueron grandes celebridades del momento, perecieron desgraciados y sin prácticamente reconocimiento. Del mismo modo, también puede hallarse el caso contrario; artistas que tuvieron cierto prestigio mientras estuvieron en vida, pero que, posteriormente, por diversos motivos, cayeron en el olvido. Mas eso no debe extrañar lo más mínimo, puesto que hay que recordar que el arte ha de ser creado como algo imperecedero. El artista no crea para gustar al público presente, sino a las generaciones futuras. El presente no es más que un mero contexto histórico desde donde el arte debe alcanzar el futuro. Eso significa que el arte puede ser contemplado en un presente, pero no juzgado, pues este es efímero, pasajero. Lo único eterno es el futuro, dirección hacia donde el tiempo siempre avanza, y solo desde una perspectiva retrospectiva se puede concluir si una obra alcanzará un reconocimiento eterno o no. Por lo tanto, nadie (dada su brevedad de paso en este mundo), por mucho respaldo que arrastre consigo, podrá valorar la utilidad de una obra, más que la Historia por sí misma; inevitable, pues, es concluir que ningún artista sabrá jamás si su obra tendrá algún sentido dentro del espacio del futuro, ya que solo a partir de su muerte podrá ser valorada su obra con total imparcialidad.

Callejón sin salida

Callejón sin salida. Enero de 2007.



A veces es necesario perderse e ir hasta el más recóndito de los callejones para encontrarse con algo que merezca realmente la pena.
-----------------------------------------
(Pido disculpas por mi tardanza en la actualización del blog. Últimamente he andado algo atareado, pero procuraré que no vuelva a ocurrir)






domingo, 4 de febrero de 2007

Punto de libro


Aquí dejo la sencilla plantilla de un punto de libro que he creado para entretenerme. El proceso que yo he hecho ha sido imprimir el dibujo en una hoja -antes de eso podéis ensanchar la imagen des del mismo Word para que adquiera el tamaño deseado-, recortarlo y engancharlo en una cartulina de las mismas dimensiones -en mi caso dorada, un color que a mí me gusta mucho-. Así, en un par de minutos puedes lucir un punto de libro nuevo y completamente personalizado.

jueves, 1 de febrero de 2007

El error

No entiendo qué ha podido salir mal. Les he dado la facultad de vivir y, sin embargo, han decidido matar. Les he dado la facultad de amar, pero, contrariamente a eso, han empezado a odiar. Les he dado la oportunidad de ser libres, pero han decidido crear fronteras, encerrarse en ellas y destruirse por un puñado de tierra. Les he dejado dominar el mundo, y se han convertido en simples y crueles depredadores.
- ¿Les has enseñado a perdonar?
- ¿Perdonar? Sabe Dios qué será eso...

martes, 30 de enero de 2007

Ópera bajo la Catedral


Hay un dicho que dice que nunca hay que ir por los caminos ya marcados porque sólo conducen a sitios donde los demás ya han estado. Y en parte es cierto. Pues muchos -tanto visitantes como los propios ciudadanos- són los que han visitado la Catedral de Barcelona, pero pocos son los que a veces deciden perderse por el entramado de callejones de su alrededor, tan estrechos y caóticamente dispersos que parece que nunca lleven a ninguna otra parte. Aun así, muchas veces obviamos lo evidente, y es que las calles, además de transcurrir por ellas, también sirven para olerlas, sentirlas, descubrirlas... puesto que muchas guardan secretos que jamás podríamos haber llegado siquiera a imaginar.

Una de estas calles tan especiales es la calle Santa Llúcia, a pocos metros de la Basílica barcelonina, y rodeada por una capilla del mismo nombre, por el histórico edificio de Casa l'Ardiaca, -poseedora de un patio renacentista-, por la muralla romana y el palacio episcopal. Pero ni siquiera todo esto junto es lo que convierte esta pequeña callejuela de pocas decenas de metros en un lugar emblemático. Lo más singular, especial y diferenciador no es ningún edificio ni ningún monumento de su alrededor; sino un hombre. Un hombre que, desde hace ya años, al menos cada domingo -desconozco si frecuenta ese sitio algún otro día- se pone allí a cantar ópera. Es un hombre maduro, aunque no mayor. Cabellera negra y ojos escuros, canta con una potencia tal que es imposible no notar el vibrar de su voz invadiendo tu interior. Desconozco dónde habrá aprendido a cantar de esta manera, o cuando decidió abandonar los teatros. Pero oírle repetir pasajes de célebres composiciones a tan solo tres o cuatro metros de ti, resulta, cuanto menos, estremecedor. Es posible, icluso, que en ciertos momentos cuente con algún colaborador masculino o femenino para interpretar duetos. Si cierras los ojos en ese momento, no resulta complicado sentirte durante unos instantes dentro de una obra interpretada en uno de los mejores teatros.

Cada domingo, pues, consigue atraer a un público medianamente fiel compuesto por parejas, almas solitarias o simples curiosos. Y, si algo lo diferencia -además de por su extraordinaria voz- del resto de músicos o cantantes callejeros es que, quizá para crear un clima de intimidad y de cierta magia, sólo canta para los pocos deambulantes que aún recorren esos callejones semi-perdidos y olvidados de la ciudad tras la caída del sol. No esperéis, pues, encontrarlo jamás antes de las nueve o nueve y cuarto de la noche. Y, si queréis un consejo, para escucharlo con calma y desde un lugar agradable sentaros en las escaleras de piedra que encontraréis frente a su escenario. Tras eso, simplemente, dejaros llevar.

domingo, 28 de enero de 2007

Nuevo Foro

Aprovecho para notificar que ya se ha puesto en funcionamiento el nuevo Foro de @2Velas. Aunque ahora mismo se encuentre vacío espero que entre todos podamos hacer de éste lugar un punto de encuentro y de difusión de ideas. Para garantizar una óptima actualización de esta web, además, se ha ampliado la administración del foro a una segunda persona.

Asimismo, habréis percibido que he colocado una cajita en la columna izquierda de la web a la que he llamado "Post Office" para que podáis dejar mensajes cortos que leerán el resto de usuarios. En el caso de que queráis ampliar vuestros comentarios, podéis hacer uso del Libro de Visitas o de las opciones habilitadas para comentar cada uno de los posts de forma individual, o bien poneros directamente en contacto conmigo.

sábado, 27 de enero de 2007

Gato sobre el tejado

Gato sobre el tejado. Enero de 2007

Perfección

Proyectos, ideas, borradores, lienzo en blanco, ignorancia, fijación, nervios, tanteo, aproximación, sudor, inexperiencia, error, rechazo, fracaso, desesperación.
Aprendizaje, esfuerzo, disciplina, estudio, técnica, constancia, confianza, modestia, paciencia, templanza, tiempo, observación, dedicación.
Madurez, tenacidad, inspiración, ensayo, sencillez, deseo, vacilación. Ímpetu, seguridad, pequeña mancha, corrección, iniciativa, sensualidad, pasión desenfrenada, complicidad, orden entre el desorden, unión, maestría, creatividad, conocimiento, vivacidad, placer, espontaneidad, suspiro contenido, cúspide, apoteosis; culminación.

miércoles, 24 de enero de 2007

El caído

El caído. Enero de 2007

A todos los anónimos que murieron por una causa justa, o fueron víctimas de otra de injusta.

martes, 23 de enero de 2007

The Plate

The Plate. Setiembre de 2006.

Cenicienta

La mujer, hermosa y jovial, se mudaba delante del tocador de su habitación. Acababa de vestirse con un resplandeciente y ajustado vestido azul, cuyo diseño resaltaba sus finos hombros, sus voluptuosos senos, su perfecta sinuosidad femenina. Se examinaba delante del cristal con la fragilidad e inocencia pueril con que lo haría una chica de quince años que acude a su primer baile, mientras cantaba, risueña, una canción de cuna.
Cogió un pintalabios rojo y lo apretó contra sus tiernos labios; acto seguido, cubrió a éstos de un candente color carmín, tan intenso como las ascuas del fuego, emanantes de centellas incandescentes.
Con un fino lápiz resiguió sus negras pestañas, las cuales contrastaban con la maravillosa transparencia de sus pupilas, desde las cuales se podía acceder hasta lo más hondo de su corazón. Acto seguido, esparció por su rostro un fino polvo, 'polvo de estrellas', gustábale decir, pues eran derramados suavemente para palidecer tímidamente sus mejillas, como si de una lluvia de cometas en medio de la opacidad absoluta del universo se tratara.
Tras eso, tomó su extenso y perfumado cabello jazmín, y, liberándolo del recogedor que lo mantenía sujeto, lo dejó caer, ondulante y harmonioso, hasta su máximo punto de flacidez. Luego, recogió de una pequeña y redonda cajita de porcelana unos pendientes vistosos y relucientes que parecían bailar alrededor de su rostro.
Cuando hubo hecho todo eso, dirigióse al fin a calzarse. Cogió con dulzura los tacones comprados para la ocasión tan sólo unas horas atrás y deslizó cuidadosamente sus pies, los cuales se introdujeron hasta encajar perfectamente en su interior. Acto seguido, roció su cuello de cisne con unas gotas de perfume, recogió su abrigo y salió de casa.
En la calle la luna había tomado posesión del cenit y parecía rugir, silenciosa, envuelta entre nubes de algodón. Mientras tanto, la mujer proseguía su camino, bajo la complicidad de las estrellas, entre calles tan grises que ni tan siquiera las luces anaranjadas de las farolas se atrevían a iluminar.
Al fin llegó al punto donde debería recogerla el carruaje, así que se detuvo en un rincón de la calle y esperó. Pasaron varios coches; también varios hombres de a pie; pero ninguno pareció recalar en su presencia, demasiado inalcanzable y poderosa para aquellos que recorren el camino de sus vidas sin levantar la vista de sus pies. Poco después, un coche negro metalizado se detuvo frente a ella y una puerta se abrió. Un breve juego de miradas bastó para que, sin vacilar, se introdujera en su interior.
A dentro, silencio. Pianos y violines amenizaban el trayecto, creando una absorvente atmósfera de placer y relajación. Los retrovisores destellaban al paso de cada neón, impregnados de un casi imperceptible lloviznar que poco a poco iba humedeciendo los cristales con sus finas gotas resbalando y jugueteando mansamente. Finalmente, tras unos minutos, el motor se detuvo. Entonces, sin más ruido que el respirar de ambos cuerpos, un salvaje juego de unión se desenvolvió entre besos, mordiscos y caricias bajo la tutela de la soledad más absoluta.
Al amanecer, la mujer llegó a casa. Se desabrochó el incómodo traje que a duras penas conseguía encajar en su embutido cuerpo, se despojó de los incómodos zapatos que le habían mortificado sus hinchados pies durante una noche entera y se lavó la cara, dejando al descubierto un rostro seco, mustio, imperfecto. Se dirigió a la cocina, llenó un vaso de ginebra y bebió. Luego fue hasta la cama, se echó, y empezó a llorar. Cuando las lágrimas que salpicaban su entumecida tez se agotaron, se revolvió entre las sábanas, lanzó un suspiro y, deseando no despertar jamás, la prostituta, desolada, cerró los ojos.

domingo, 21 de enero de 2007

Amanecer

El otro día, por la noche, volviendo a casa después de haber estado con unos amigos en un bar, donde la falsa sensación de felicidad es tan efímera como el tiempo que tarda el hielo de tu vaso en derretirse, me sobrevino la repentina necesidad de aislarme, de quedarme solo y reflexionar. Así, llegué hasta la playa, a tan solo cuatro pasos de mi casa; me acerqué hasta pocos metros de la orilla y me senté. El móvil me avisó entonces de que acababa de recibir un mensaje de alguien; ni siquiera lo leí. No quería que nada enturbiase ese mágico momento donde la calma de las olas hacen brotar espontáneamente de tu mente decenas de melodías, centenares de recuerdos, y tantos otros pensamientos. Levanté entonces la cabeza, descubriendo ante mí un genial mapa de estrellas, y hasta me entretuve un rato imaginando figuras, uniendo puntos blancos en la inmensidad del firmamento. Pasado un rato, me di cuenta de que la luna no había salido aquella noche. La busqué, mas fue en vano. Las nubes la cubrían con un velo de invisibilidad. Y fue en ese momento cuando, rastreando con mi imaginación entre todo el mar de estrellas en busca de cualquier rastro que hubiera podido dejar la luna, topé inesperadamente con un punto luminoso que por su color y brillo jamás había visto hasta entonces. Sólo sé decir que despuntaba de tal manera de las demás, que estremecía de lo hipnotizante que era. Parecía ser la única capaz de aguantar mi mirada sin antes difuminarse entre el gran espesor de la nada, la única de no avergonzarse, como yo, de su soledad y desasosiego, y de seguir brillando, aún con luz rasgada, como la más bella. Nos miramos y casi alcanzamos a tocarnos. Fallamos, pero el silencio con el que aguarda la complicidad que se halla semioculta, nos bastó. Sabedor de la imposibilidad de nuestras intenciones, cerré impotente los puños, mientras el cielo derramaba polvos de estrella. Poco después, los primeros rayos de sol empezaron a iluminar el cielo anunciando la llegada de un nuevo día. Las aguas marinas despertaron de su sueño y empezaron a agitarse, revueltas, hasta escupir espuma, que cubría toda la superficie. Cuando quise volver a fijarme, ese maravilloso punto luminoso había ya desaparecido. Rastreé de nuevo los cielos, frenético, en su búsqueda. Pero era ya demasiado tarde. Las olas, que seguían rugiendo, se levantaron embravecidas y salpicaron mi rostro, que quedó impregnado de sal y agua. Y, al girarme, me pareció por un momento ver asomar la luna, furiosa, inundada de envidia, desprotegida al fin de su manto infinito e invisible, dañada en lo más hondo de su orgullo.

El hundimiento

Primero se manifiesta tan sólo como un breve vibrar, tan leve e imperceptible como un susurro. Nadie lo advierte. Mas, tras ello, de forma continuada y progresiva, le acompaña un retumbar agresivo e incandescente que amenaza, de improviso, a los nobles comensales de la cena en el majestuoso Salón Imperial. La inquietud inicial da paso a la incredulidad, la cual no tarda en engendrar nervios, pánico, estupor.
Un cristal estalla en mil pedazos.
Voces, carreras, griteríos. Avalanchas y descontrol. La guardia, apresuradamente, hace acto de presencia en una acción puramente simbólica. No ha habido ensayo. No hay posible actuación.
Un pedazo de techo se desprende alcanzando al rey. Decapitación. Su corona cae y se pierde entre el tumulto.
Fuego. Gente que intenta huir. Gente atrapada. Cadáveres pisoteados. Algunos, aún parecen respirar.
Caos. Lanzas invisibles atraviesan los frágiles cuerpos que aún anhelan su salvación. El enemigo es omnipresente. No hay oportunidad siquiera de luchar. E igualmente inútil resulta la rendición. El asedio es breve; al poco tiempo todo resulta arrasado. El castillo se desmorona, descomponiéndose y llevándose consigo torres, princesas y dragones, lámparas mágicas y espejos malditos. En su lugar ya sólo quedan escombros, mugre, devastación. Un mundo entero se desvanece bajo la sombra. No hay vuelta atrás. Una pluma ha dictaminado su destrucción.

La muerte de Afrodita

Había enloquecido. Corría por su estudio empuñando un martillo, tez desencajada, juicio perdido. Arremetía contra sus obras hasta humillarlas, desmenuzarlas, despedazarlas. Las esculturas, horrorizadas y conscientes de su trágico destino, parecían querer escapar en vano a tal infortunio, resignándose a contemplar, silenciosas y agonizantes, en vilo su macabro destino.
¡Ay! ¿Qué será de mí? Pregonaba la triste Afrodita de rasgos finos y empañados ojos brillantes, pues pese a sus lamentos también ella sucumbiría a la lujuria del voraz e incompasivo Urano.
Gemidos y lamentos ahogaron los estremecedores llantos que brotaron incesantes en la cámara mortuoria, antes galería de arte. Mas cuando las inútiles carreras habían por fin cesado, entre inertes y mutilados cuerpos en el suelo yacentes, aún una voz, instantes antes de expirar, se levantó para proclamar:
“Desgraciado tú, oh Creador nuestro que nos has destruido, pues de ti ya nada quedará tras tus cenizas. Date cuenta pues, que ahora, ya mismo, has alcanzado tu final”.
Tras ello, un desgarrado grito de horror resonando en la estancia.
Tras ello, un frágil cuerpo desalmado cae desplomado entre desfigurados rostros de cristal.
Tras ello, al fin, silencio.

Blogalización

Quizá nada más oportuno a la hora de estrenar un blog que una pequeña -y no por ello menos importante- reflexión a cerca de los mismos. Supongo que todos hemos oído hablar de la globalización, ese proceso que pretende hacer desaparecer las fronteras y que, por otro lado, está provocando un aglutinamiento -en su caso más enfermizo, invasión- de culturas, costumbres y comportamientos que muchas veces chocan y absorven a las autóctonas debido a la gran influencia y fuerza de atracción que proviene de las primeras. "¿Y qué tiene que ver todo eso con los blogs?" Sería obvio objetar. Pues bien; parece ser que algo parecido está sucediendo ahora en el mundo de la cibercultura. Me explico; si algo positivo ha aportado el acercamiento de las redes a la población es la gran facilidad que tienen las personas para conectarse y crear sus propias bitácoras. En sus inicios, bien por ser más desconocidas, o recientes, o por lo que fuere, sus usuarios decidían crearlas con un fin muy específico, e incluso crítico. Era el lugar idóneo -por no decir casi el único- para evacuar todos nuestros pensamientos, quejas y preocupaciones, consiguiendo además que gente de todo el mundo escuchara y leyera aquello que nunca nos habrían publicado en ningún otro medio. Por primera vez, se consiguió dar voz a una multitud y convertir en noticia de interés los artículos de un anónimo. Algo que enriquecería sin lugar a dudas a gran parte de la sociedad, pues ya no hacía falta ningún filtro que determinara qué escritos merecían la pena ser editados. O, lo que es lo mismo: si algo vende, se publica, sino, se deshecha.


Desde la aparición de los blogs, en canvio, esta discriminación, mucho más personal y coherente, debido a la falta de ambición, o incluso a la falta de necesidad de contentar a las grandes masas con productos estériles, correría a cuenta de cada uno.


No obstante, ahora, el acercamiento de las tecnologías ha provocado una entrada indiscriminada de curiosos a estos espacios personales, seguramente atraídos tanto por la necesidad como por la novedad de poder sentirse protagonistas de sus propias ideas. Pero esto, si bien ha comportado un sofisticamiento en positivo del sistema, con una gran diversidad y enriquicimiento de temáticas nuevas y originales, también ha fomentado una gran competividad cibernética, pues, si algo conlleva el éxito, esto es destacar por encima de los demás, creándose así un punto de escisión. Así pues, las "superpotencias" pasan a competir entre ellas para atraer al mayor número posible de lectores, cegadas por el éxito y la fama que sus bitácoras les están aportando al empezarse a publicar referencias de éstas en periódicos, revistas y portales digitales de referencia mundial, o incluso ante la posibilidad de ganar concursos donde se premia a los blogs más votados; mientras, por su lado, las "micropotencias", aquellas bitácoras cuyas contenido no han conseguido aún salir del anonimato, pueden dividirse en dos clases: las que hacen lo posible por salir del "Tercer Mundo" digital para hacerse un hueco en el tan ansiado Hall of Fame de los internautas y las que no tienen ninguna pretensión más que la de publicar contenidos del interés del autor independientemente del crecimiento que pueda aportarle el propio azar. Todo esto, traducido a la práctica, conlleva que los blogs, ahogados por su propio éxito y, viéndose obligados a editar contenidos nuevos constantemente para no hacer decaer el interés de todo el séquito de lectores que les siguen, publiquen con esa máxima de "cantidad antes de calidad", limitándose a hacer breves referencias a noticias cuanto más populares y de actualidad mejor, eso sí, con un toque de izquierdas para intentar aparentar ser tan "progres" y "underground" como en sus inicios, pero eliminando, por contra y, casi por completo, los artículos de opinión y de crítica propios que caracterizaron de verdad a las primeras bitácoras. Con lo que a día de hoy, los blogs más leídos de nuestro país se están convertido en poco más que en portales de recogida de noticias, como si de la agencia EFE se trataran, sin aportar en el fondo ningún tipo de debate ni discusión que tanta falta nos hace, y afanándose en cambio a copiar y pegar artículos de otras webs que, ni ellos mismos han escrito, ni contribuyen en crear un carácter propio y único a su espacio personal; pues no hace falta más que comparar unas cuantas bitácoras consideradas "importantes" por el gran público y se podrá ver el gran número de posts coincidentes entre ellas, por lo que parece que, cada vez más, los blogs no se pronuncian sobre el mundo que los rodea, simplemente se dedican a reflejarlo tal y como es. Y, mientras tanto, los blogs considerados "pequeños" o "desconocidos", tendirán, cada vez más, bien a desaparecer, absorvidos por sus hermanos mayores, o bien a mantenerse ocultos debido a la sombra que incedirán sobre ellos los "peces gordos" con su éxito eclipsante de este submundo digital, quedando así, los auténticos y "puros" contenidos no contaminados de estos blogs, a merced de los arqueólogos digitales, los únicos capaces de llegar hasta las auténticas entrañas de esta maraña de redes interconectadas sin sentido alguno, llevadas solo por el afán de concursos basura y éxito incendiario.


Bienvenidos a la era de la Blogalización.

Ordenando las ideas




Con este post quiero dar por iniciado el funcionamiento de @2Velas. De un modo medianamente regular, iré publicando todo aquello que escriba -tanto cuentos como opiniones-, fotografíe o crea interesante compartir para intentar hacer de este blog, en la medida de lo posible, un espacio constructivo, divulgativo y original.

Desplegamos velas. Sed bienvenidos.